Cuatro lonchas de Bacon


1.-Durante la presentación en el Museo de Bellas Artes del libro «Bacon sin Bacon» (Árdora ediciones), su autor, Fernando Beltrán (FB), dijo que lo mejor para ver un cuadro de Francis Bacon (FB) sería ponerse desnudo delante del lienzo. Imposible, claro. No creo que haya, de momento, museo que se atreva a provocar una deflagración carnal de tal envergadura. Imagínense el siniestro de cuerpos enfrentados.
2.- Como Bacon también nos muestra los cuerpos como trasunto de los estragos en el suyo propio, de su frío y su intemperie emocional, bien podemos adentrarnos en su obra contemplándolo con nuestra imaginación, además de leyendo el libro (inclasificable) de Fernando Beltrán que biografía a Francis Bacon (FB) al tiempo que dialoga con ese otro que con él va, un tal Fernando Beltrán (FB). Úsense el libro y la imaginación.
3.- En 2009, alejado de prejuicios me enfrenté a ese mundo descarnado y veraz de Bacon, en el Museo del Prado. Algún día después esbocé un poema que acabé y publiqué en «El cielo desnudo» (Ed. Luna de Abajo, 2018). Existen entornos viscerales, imprevisibles y horrendos donde a veces surgen inesperados destellos de rara y oscura belleza. Aquí, en la fotografía del centro, pueden degustarlo.
4.- Después, junto al poeta Alejandro Céspedes (el mismo que firmó «La infección de lo humano») y el poeta y profesor de Historia del Arte en la Complutense, José María Parreño («Instrucciones para blindar el corazón») nos fuimos a cenar. Ya se pueden hacer una idea: cuatro lonchas de beicon.

De «El cielo desnudo» (Luna de Abajo, 2018)

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