París.

Para contar la verdad creo que no debo extenderme. Fui y viví. Me nació una novela y la escribí. Pero entretanto enterramos un paraguas, como en Rayuela; Giacometti puso un paso entre la muchedumbre y nosotros dejamos el poso efímero de nuestros alientos. También hubo tiempo para la risa y la sensualidad en el Museo de Gustave Moreau. Después cenamos y acabamos en algún lugar quitándonos los sombreros. Ya se sabe: era de noche y…

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