Cuando vi este libro, enseguida reconocí el mapa de la portada. Las fronteras de los países, remarcadas en una gama de colores pastel, y esos tipos de letra tan singulares, solo podían pertenecer a aquel atlas que habitó en la casa de mis padres y sustentó los primeros conocimientos y la imaginación de sus vástagos: Atlas Geográfico Universal, de Salvador Salinas Bellver. Como dijo el poeta, de inmediato me trasladé a aquellos parajes, «imágenes de cuando creíamos / que todo era tal y como lo imaginábamos, / cuando los mapas de los atlas nos hacían viajar / hasta la vida de otros que al fin inventábamos.» Y es que en La mariposa en el mapa, Jorge Ordaz recuerda y rescata a un mismo tiempo a Frederich Prokosch, pero atención, al igual que en el poema, también imagina e inventa. Y de esta unión, del recuerdo y la imaginación, del rescate y la invención —que tal vez sean formas de un mismo concepto llamado literatura— nace esta narración deliciosa, a medio camino entre la biografía y la autobiografía, de aire misceláneo y con golpes de ficción y autoficción. En todo caso, un territorio escasamente explorado por estos lares. [Seguir leyendo]