Ayer nos convocaron a Manuel Herrero Montoto y a mí para hablar de literatura erótica. Y como la seriedad no está reñida con la cachondez, nos lanzamos a repasar desde Safo o Catulo hasta Colette, Bataille y Nabokov pasando por místicos, modernos y pirujos, que a todos les ha puesto tanto el huevo de la gallina como el ojo del culo, el canalillo de la Belucci o el vaso de leche de la hija del vecino. Nos deleitamos con páginas que refieren muebles y otros objetos diseñados para el placer, imaginamos escenas que elevaron la temperatura de los presentes y desplegamos todos los sentidos, incluido el olor. ¿Imaginan y desean lo mismo hombres que mujeres? Por supuesto, apareció ese libro que dicen que está destinado a las porno mamás. Yo me di un garbeo por esas 50 sombras de Grey: sus páginas, además de provocar una somnolencia plomiza y excitar tanto como el recibo de la luz, perjudican seriamente el buen gusto literario. De la pornográfica y obscena zafiedad que a diario nos brinda la política de nuestro país, no dijimos nada. ¡Faltaría más! Somos gente con un gusto exquisito.
Muy bueno, Javier. En lo de las Sombras de Grey das en el clavo. Una pena no haber podido asistir.
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Pues que sepas que se te echó de menos y reparte abrazos a todas esas magníficas lectoras de Pravia.
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