LAS HERIDAS
Llegaron siempre como por ensalmo
con la luna bajo sus vientres
y toneladas de yugos y deseos,
esa abundancia de enigmas y saliva
escondida en el fondo de su armario
que derramaron sobre mí como aguaceros,
así que quién no se hubiese mojado
en el fuego cremoso de sus mareas.
Llegaron quemándome los ojos
con sus cinturas de guerra,
dibujando sus labios ardientes y crueles
sobre el cristal afilado de la noche;
hubo algunas que probaron mi estancia
y otras que pasaron como un vértigo,
enloquecidas, indefensas o extraviadas
bajo el árbol de la lujuria y el abandono.
Fueron fiesta y peligro lo abismático
de golpe sobre mi cara vacía.
Ya sé que tengo mi cuerpo lleno
de heridas, pero sólo una acabará conmigo.
De Fundición. Ed. Algaida, 2008.
© Javier LASHERAS.