En este agitado arranque de primavera echo de menos los refrescantes anuncios de Lise Charmel que otros años, a estas alturas, ya estaban desparramándose por las vallas y mupis de la calle. La crisis nos ha dejado huérfanos a quienes vivimos en ciudades de medio pelo en medio de la nada. Una lástima, porque el espíritu femenino (salvo desagradables excepciones) contribuye a sacudir las sábanas del invierno y anima nuestra portentosa imaginación, tan necesaria para afrontar estos tiempos de radiactividad, bombazos y dimisiones.
La próxima semana nos cambiarán la hora y dormiremos peor. A cambio, abriremos los ojos y los poros cuando expongan sus piernas y sus brazos al aire y el sol y nos dejen un reguero encantado señalándonos el camino de la gloria. Esto también podría llamarse naturaleza en estado puro. Disfrútenla y hagan ejercicio.